La expedición se venía postergando desde hacía unos meses; pero el viernes 3 de diciembre dos delegados de la Wenner nos subimos al tren y cortamos una racha de más de 20 años sin viajar por vías entrerrianas. Esa fue la primera alegría. Las 8 cajas, con más de 500 libros (y revistas y discos compactos), viajaron en la cabina. En Basavilbaso nos aguardaban Adriana --directora-- y Alicia --bibliotecaria--, dos enérgicas representantes de la BIBLIOTECA POPULAR LUZ OBRERA. Ni bien llegamos nos llevaron a pasear por la segunda ciudad más poblada del departamento Uruguay. Basso, de casi 10.000 habitantes, nació, vivió, agonizó y se empeña en resurgir de la mano del ferrocarril. En el centro de esta localidad lo que congrega a los pobladores no es una plaza sino una "bocacalle" de rieles. La radio más escuchada en Basavilbaso y alrededores, se llama --elocuentemente-- FM Riel. Con esta emisora tuvimos, ya de noche, una extensa entrevista. Pero antes de eso, y luego de recorrer la tierra de los basavilbasenses, llegamos a la sede de la biblioteca, fundada en 1919 por el luminoso fervor militante de un puñado de obreros anarquistas; ferroviarios, obvio. Nos emocionó comprobar que ese fervor seguía titilando 91 años más tarde. De hecho, la pasión por la lectura y la promoción cultural que percibimos en la gente de Luz Obrera (y que les ha valido un premio nacional de CONABIP) nos pareció de una intensidad sólo comparable a la pasión que toda la comunidad de Basso tiene por el tren.
Desempacamos los libros. Cada volumen saliendo de una caja era el puntapié de una nueva charla sobre la literatura, la poesía, las políticas culturales, el país. Entre el Nunca Más y las colecciones de Miguelángel Zorrilla, editor bilbaíno que donó 14 títulos a los lectores de la BPLO, entre propios y ajenos, al despacharlos al Premio Juan Laurentino Ortiz. Entre María Elena Walsh y la Bebeteca, ese rincón simpatiquísimo plagado de libros para bebés (sic) que tienen en Luz Obrera. Caía gente a saludar, caía la noche.
Cuando el hambre tocó la campana, dejamos a los libros descansando en la nonagenaria, inquieta biblio y partimos con Juan Carlos, vicepresidente de la institución, hacia Doña Cirila, un comedor sobre la ruta en el cual pudimos degustar las parrilladas más abundantes de todo Entre Ríos, hasta donde tenemos noticia. Después de la cena y los abrazos de despedida, ya de madrugada, ya solos, nos quedamos comentando: a veces marchamos a la aventura, a un lugar que nunca antes hemos visitado, a encontrarnos con gente desconocida, escogida casi al azar, bastante a ciegas... y no siempre sale todo redondo; pero es increíble lo linda que se vuelve la vida, lo mucho que se depura... cuando descarrilamos de las relaciones clientelares (ese toma y daca cortoplacista, ventajero, culposo) y simplemente le damos al otro lo que podemos darle y creemos que merece.
¡Gracias de nuevo a los nuevos amigos de Basavilbaso! Gracias por no olvidar que leer es un placer. Y ojalá que nuestras vías pronto vuelvan a cruzarse.